miércoles, 26 de mayo de 2010

Tanto y tan poco.

Y aunque no quiera, o esté molesta, le echo de menos. Echo de menos que me mire como si yo fuera la persona menos cuerda del planeta, que me haga rabiar, que me diga cosas que en verdad no piensa, "enfadarme" y después me de abrazos que no le he pedido. También echo de menos sus ganas de hablar siempre, de querer contarmelo todo... y también lo feliz que se ponía cuando sabía que íbamos a vernos. Echo de menos tenerlo merodeando en mi vida todo el tiempo, que entendiera a la perfección todo lo que yo tenía para contarle y exáctamente igual si era al revés. Echo de menos un montón de cosas. Un montón de cosas... muy intangibles, a las que me he malacostumbrado en un periodo de tiempo demasiado pequeño. ¿Qué son 3 meses comparados con 19 años? Lo que más echo de menos es aquello de "nada ni nadie cambiará nuestra relación..."
Dicen que lo bueno dura poco. Y quizá sea verdad. O a lo mejor no, pero a mí todavía nadie me ha demostrado lo contrario. Quizá sea que soy demasiado impaciente. También puede ser. Pero hay ciertas cosas que tengo muy claras, y por mucho que pueda variar lo demás de mi alrededor... sigo teniéndolas igual de claras. Quizá, tan solo sea cuestión de prioridades. No todos tenemos las mismas.
Aun así, sigo aquí. Yo soy la misma. La misma que se enfada durante cinco minutos por tonterias, la misma que se ríe sin parar durante horas, la misma que escribe cosas bonitas cuando quiere decir algo, la misma que es y será siempre una pesada, pero que sabe cuando en verdad hay que dejar de insistir, la misma que dice que David Bustamante es el mejor del mundo mundial... la misma. La misma que ahora, le echa de menos, aunque esté hablando con él, aunque no haga tanto que le ha visto, aunque aparentemente, no tenga por qué echarle de menos. Pero aun así, lo hago.



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