jueves, 28 de octubre de 2010

Unas cuantas verdades

Pasamos toda una vida para encontrar la felicidad, persiguiéndola, mientras se nos escapa de las manos cuando creíamos haberla tocado con la punta de los dedos. Resbalándose del mismo modo que lo hace la arena cuando sin control, se escabulle mientras que la apretamos fuerte en nuestro puño cerrado. En la mayoría de las veces, la atribuimos a la búsqueda del amor. En ocasiones, inalcanzable, otras, imprescindible. Hay quienes viven saltando de relación en relación... hasta que llegan a la definitiva. Son casi siempre personas que no saben vivir solas, que necesitan depender de alguien. También están los que no han tenido una relación seria jamás, los que no saben lo que es el amor correspondido, quienes viven esperando que sea cierto el mito del príncipe azul y algún día, no muy lejano, alguien se cruce en su camino. Claro está, en toda escala, hay intermedios. Pero no pienso hablar de ellos... porque yo me planto en este último.
Sola... sola, siempre sola. Sin conocer durante más de un mes, cual es el significado de la palabra amor. Sin haber sentido jamás una reciprocidad, una magia compartida únicamente con otra persona. Sin entender muchísimas cosas, porque la experiencia no me ha dejado. Creyendo que algún día, lo sabré,  y cada día con mayor inseguridad cargando sobre mi espalda.
Ya no me lo trago. No creo que pueda confiar en alguien que se acerque. Quizás sea yo, quizás no, pero lo único que tengo claro, es que estoy tan cansada... que he optado por olvidarme de que existe algo así. Estoy harta de ser siempre la que pasa inadvertida, la mejor amiga, pero jamás esté en el planteamiento de nadie el que pueda ser algo más. Saturada de esta sensación, de no calar en nadie jamás, de no llenar lo suficiente. De llevarme una desilusión tras otra, de seguir... siempre sola.
Y ya que nos ponemos con las verdades, también cansada de que solo se vea el caparazón y jamás lo que hay más allá, del pasotismo de la gente y de la poca rasmia que se le echa a las cosas. Cansada también de las miles de palabras, y de las inexistentes actuaciones. De los cambios de humor, de los misterios y de las tonterías. De las suposiciones, sobre todo de las suposiciones... y de las verdades a medias. Cansada... de subir, de bajar, de ser tan inmadura, y cambiar a todo lo contrario después . Cansada... hasta de hablar de cansancio.

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