viernes, 7 de septiembre de 2012

Ley de la reciprocidad

Vengo aquí a quejarme de mi puta manía de tener siempre que dejarme la piel por comprender lo más incomprendible del mundo. Por estrujarme los sesos a diario porque la gente que me importa, se entere de ello. Por estar. Estar absolutamente siempre con la paciencia recargada desbordando el depósito. Por aguantar todo lo que aguanto y ceder todo lo que cedo. Por sentirme la más estúpida e infravalorada del planeta... y después, volver a meterme en mi firme papel de defensora de las causas perdidas. Aunque lo único perdido, sea mi tiempo. Porque para que cualquier tipo de relación sea buena, debe mantener como primer pilar la ley de la reciprocidad. Y porque cuanto más me esfuerzo en dar, menos suelo recibir. Porque quien es de verdad, no me supone ningún esfuerzo. Porque en el momento en el que la balanza se desequilibra de este modo... hay que pararse a pensar en serio. Que esto, ya no merece la pena. Que hay demasiada poca reciprocidad en demasiados ejemplos por los que no dejo de agotarme. Que ya vale... que es el momento de saber que ya he hecho suficiente. Que es siempre lo mismo. En todos. Con todos. Que para remar en este barco... hace falta que ambas partes estén subidas. Y yo ya no puedo tirar más. Que a mi también me viene bien de vez en cuando una demostración desinteresada. Que está muy bien eso de recibir sin parar, y aun asi, nunca agradecer. Pero que a veces te puedes plantear el dar tu, y tal...

1 comentario:

  1. Creo que esto nos suele suceder... q vida esta mas extraña!! un saludo grande, me gustó mucho! ;)

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