viernes, 7 de agosto de 2015

Mucho mejor que la cafeína. (Sabe) mucho mejor.

Estoy a punto de cumplir un año sin más vacaciones que cinco días el pasado diciembre. Y después de quejarme incansablemente, cada cinco minutos, de lo mucho que necesito descansar, me he dado cuenta de que aquellos cinco días, salvaron mi año. Me paro a pensar y veo como aquel viaje, me dio tanta energía, que no ha hecho falta ni un descanso más. Que aquel es un lugar mágico, pero ya lo sabía. Sin embargo, la compañía no ha dejado de sumar. Aquellos días fueron tal inyección de vitalidad, que aún a día de hoy, se descontrolan todas mis sonrisas por recordarlo. Cuántos besos, qué de caricias y de pasión desmedida. Qué barbaridad de complicidad, de ganas, de locura agitada. Nunca antes (ni después) había (ni he) sentido nada parecido. Nunca antes (ni después) había (ni he) conocido a nadie igual. Asusta pensar la infinitud de afinidad y el vínculo tan fuerte, que se puede crear con alguien a quien tan a penas puedes tocar. Cómo en escasas horas era tan interesante, en pocas semanas tan especial, y en unos meses, el más importante. Cómo pueden hacerte sentir tan bien, tan tú, tan grande y tan capaz. Cómo se logra sumar y jamás restar... con tanto en contra. De qué manera ha sido el año más caótico e impredecible de mi vida, y sin embargo, a la vez, saber que he ganado. Dicen que muy pocas veces en la vida vas a toparte con gente con quien la conexión sea tan brutal, que asuste. Y yo he tenido tanta, pero tanta suerte al encontrarlo, que absolutamente todo lo demás, me ha dejado de interesar. El tiempo, la distancia, lo difícil, las trabas. (LLEGARÁ). La vida da mil y un millones de vueltas y es tan absurdo frenar para lamentarse por algo que no ha pasado... Joder, lo más maravilloso de que algo no haya pasado todavía y de que estemos vivos, es que quedan, aún, un millón de posibilidades de hacerlo ocurrir. He oído muchas veces eso de 'mientras haya vida, hay esperanza'. Yo añado ganas. Mientras haya ganas, habrá esperanza. Y oportunidad. Y a ver quien es el iluminado que se atreve a venir y decirte que no se puede. Que te eches a correr, joder. Que corras hasta que te corras. Que si no sientes como fluyes, cada vez que vives lo que has deseado tantas veces, es que no has llegado. Porque un día, ocurre. Y lo sabes. Alguien te aúpa tan alto, que lo logras. Y te lo crees, a ciegas.  Que tú conduces, aunque te den alas. Y yo vuelo alto. Y pienso alcanzarlo, como nos alcanzamos en marzo. Que esta vida nos pertenece. A los que vamos a toda hostia, pero despacio. A él. A mi. A quienes estimulan con palabras, con sonrisas, entre sorpresas,  y sin horarios. A pesar de, sin importar que, arriesgando. Y suave, muy suave. Cerca o lejos, pero sobre todo, en los labios.


No hay comentarios:

Publicar un comentario