sábado, 4 de julio de 2009

DE QUÉ SIRVE...

Cuando te das cuenta que estás sola en una corriente que se te lleva, que sientes que no te entienden ni van a hacerlo, que te echan en cara el esfuerzo que creen que no te ha dado la gana de hacer, y el que has hecho no lo reconocen, cuando te humillan y te demuestran que nunca han entendido nada, sino que todo era una farsa para que consiguieras unos objetivos, que dicen, son para mí, pero se empeñan en interrumpir creyendo que son suyos...
Qué me queda por hacer después de eso?
Por supuesto que lo voy a hacer, pero más que nunca por mí. Únicamente por mí. Para acabar y acabar bien, y desaparecer de esta mierda que cada día soporto menos.
¿De qué sirve una edad, si no puedes decidir por tí misma?
¿De qué sirve esforzarse si no se reconoce a no ser que se den frutos, y únicamente, los esperados?
Al menos yo tengo la cabeza en su sitio. Si no lo he hecho antes no creo que haya sido porque no me ha dado la real gana precisamente. Lejos quedan ya esos nervios ante un exámen en blanco, esa sensación de angustia indescriptible, de impotencia, de inferioridad... todo queda atrás. Olvidado. No para mí, claro. Atrás quedan las noches sin dormir, los sofocones, el estrés, los cafés, el cansancio acumulado. Solo queda un resultado, un número. Y eso es lo único que les vale, por lo visto. Ese y el del coste total de todo esto.
Cuanto me gustaría tener el dinero suficiente para decir, toma, y déjame en paz. JODER!
Aquí la única que hace todo mal soy yo, mala, por lo visto, con malas intenciones, que nada me importa.
Pués nada. Solo espero que no todo el mundo piense lo mismo.
Cómo se nota, de todas maneras, que a los amigos se eligen, y a la familia no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario