sábado, 11 de septiembre de 2010

Una solución

Ya me he dado cuenta de lo que me pasa. Ya está. Ya sé por qué estoy así, por qué no consigo sonreír tan apenas, por qué no tengo ganas de nada, por qué llevo dos días sin ser yo.
La razón es muy simple. Me apetece mucho, muchísimo hacer una cosa. Tengo muchísimas ganas de hacer algo. Algo, que solo podrá pasar el viernes 17 de septiembre. Si supiera y tuviera la certeza de que puede ser, ahora mismo no tendría esta sensación de vértigo, no sentiría tristeza sin querer, ni impotencia, ni coraje. No. Únicamente estaría continuando con mi vida, desde el mismo instante en que la dejé ayer a las 2 del medio día. Todo sería normal, como siempre. Pero existe eso, ese deseo, esa tentación... de la que tengo tanto pánico a no poder realizar, que me detiene en seco a seguir entera. No entiendo por qué me sucede esto, solo sé que deseo con todas mis fuerzas que se haga real, que el próximo viernes esté donde quiero estar, viendo lo que quiero ver. Y esta horrible sensación habrá terminado. Es más, habrá dado un giro de 360º grados. Esto es algo muy, pero que muy importante para mí... necesito que salga bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario