viernes, 27 de abril de 2012

Silencio, rueda una canción

A veces consigo llegar a ese estado de equilibrio en el que logro que la balanza de lo bueno, gane por goleada a la de lo malo. Es complicado, pero no imposible. Se puede y lo sé. Yo lo estoy haciendo ahora mismo. Lo negativo, el sufrimiento, todo ello pasa a un segundo plano. No duran para siempre. Cuando llegan duelen tanto que nos impiden ver su volatilidad... pero lo cierto es que se terminan. Siempre. Sin embargo, podemos y tenemos la capacidad de alargar, estirar, prolongar la felicidad todo el tiempo que estemos dispuestos. De sobreponer la parte positiva (que siempre existe), a la negativa. Eso es lo difícil. Ganar ese pulso al miedo, a lo que nos hace daño. Porque llega sin esfuerzo. Llega y punto, sin llamarlo, sin quererlo. Se supone que lo que realmente deseamos, es aquello que nos cuesta conseguir. Pero no nos damos cuenta. Nos rendimos con facilidad, nos derrumbamos en seguida. Nos cansamos de luchar por lo que queremos a la primera derrota, y por quien queremos, a la primera decepción. Las cosas no deberían ser así. Bien pensado, debería ser de otro modo. Deberíamos ser mucho más fuertes. Al fin y al cabo, pensadlo, es la única vida que tenemos para ello. Estamos aquí de paso... y lo único realmente válido, es que lo hagamos lo mejor posible. Podemos permitirnos el lujo de aprovecharlo o cometer el error de no hacerlo. Pero si estamos aquí, es que se nos ha dado una oportunidad. Una única oportunidad para hacernos felices. Lo único que cuesta es esfuerzo... y cada uno decide cuanto está dispuesto a esforzarse.
Una vez aquí, confieso que muchas veces he perdido ilusión, he creído que me hundía con mis miedos, que me quedaba sin aire y sin ganas de sonreír... pero lo que nunca, jamás he dejado de hacer, ha sido de esforzarme. No pararé de perseguir mis metas, ni de machacar mis objetivos hasta conseguirlos. No descansaré, porque esa palabra no existe en mi vocabulario. Seguiré soñando despierta cada vez que el nombre de David Bustamante suene, que la creatividad explote y me haga sonreír, y trabajar. Cada vez que el color verde y blanco tiñan las calles de mi ciudad al redoble de un tambor, o que la música me haga sentir, un concierto chillar, un lugar me llame a viajar, o una página en blanco a escribir. Cada vez que, como ocurrirá en pocas horas, una ilusión esté a punto de brillar con tanta intensidad, que eclipsará todo lo demás. Todos los contras, las lecturas negativas y la parte de color negro. Hoy ve la luz, después de muchísimo trabajo y esfuerzo, el primer disco de Capitán. Una de esas ilusiones que nunca he dejado de perseguir. Porque siempre he creído en ella. SIEMPRE. Y tras mucho tiempo a la espera, al fin está aquí Espacio limitado. Un sueño que ya no se escapa, que ya es tangible.
Hoy, viernes 27 de abril, en la Sala Royal de Zaragoza, a las 22.00 será su primera puesta en directo. Y creedme si os digo, que merece ser recibido por todo el mundo. Que siga la fiesta, que yo solo bailo con Capitán.



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