jueves, 28 de abril de 2011

Lo que tengo yo adentro

Ha pasado demasiado tiempo. Me ha dado tiempo de quererte, de olvidarte, de volverte a querer, de ilusionarme, de creer que te perdía y de recuperarte con más fuerza que nunca, de confesarte, de querete más, de fingirte, de acostumbrarme. Sobre todo de eso.
Ha llegado un momento en el que juro que ya no sé qué es lo que debo hacer. No sé si ser solo yo y hacer únicamente lo que me piden las tripas, o si hacer caso a todos los consejos que me persiguen. No sé como continuar sin alteraciones, sin sobresaltos y sin hacernos daño.
Ya aprendí una vez a acostumbrarme. Ya sé como se hace. Y me siento totalmente capaz de volver a hacerlo. Una y cuantas veces sea necesario para mantener todo lo que hemos construido. De lo que sí que no soy capaz y tengo la total seguridad de ello, es de que no puedo alejarme de todo esto por voluntad propia. Sencillamente es que, no puedo. No. Lo siento pero no. No sé lo que es lo mejor. No lo sé. Pero no puedo. Solo sé que me imagino el transcurso de mis  semanas sin tí, tan cerca como hasta ahora, obviando eso que nos hace daño, y no puedo dar ni un paso hacia delante. Sin tí, no puedo.
Me he acostumbrado. O malacostumbrado. Pero me gusta así. Y no quiero que cambie. 
He hablado, he aclarado las cosas. Sé que a tí no. Pero me las he aclarado a mí misma. Pero una vez aquí... puedo seguir en mi lucha por sacarte de aquí dentro, sin que salgas de mí. Solo de ahí dentro. Joder, ¡tengo que poder! Tú siempre has creído en mí y en que así sería. No quiero decepcionarte. Y a mí tampoco. Solo necesito un poco más de tiempo.
Pero con tus visitas repentinas en mis mañanas, con tus llamadas cada tarde o cada noche, con las compras sin comprar, y también con las que arrasas con la tienda. También con los detalles sorpresa que solo tu y yo sabemos hacernos. Con las tradiciones, las canciones, los paseos y los cafés. Con los te quieros y los te odios, con las impuntualidades más impuntuales posibles, con las procesiones, las sonrisas y las miradas. Y los silencios. Con todo eso de lo que me es imposible desprenderme.
Me ha pasado, me ha saturado todo esto. Pero ya está. Te juro que ya está.
Ahora, solo necesito que me lo digas tú. Que ya está. Que esto solo ha sido como otras veces, como hace años. Pero que somos mucho más fuertes a esto. Dímelo, por favor.
Dime que seguiremos dibujandonos veintitrés sonrisas mínimo cada día.


2 comentarios:

  1. Que bonito... Se nota que lo has escrito con el corazón. No lo saques de tu vida. Se lo que puedes llegar a sentir en estos momentos.

    Un abrazo fuerte y espero que todo se aclare y se arregle.

    Muaaaacks!

    ResponderEliminar