miércoles, 18 de mayo de 2011

Porque las cosas cambian, y no estamos aquí de visita.

Todo todo cambia. Todo lo que vemos a nuestro alrededor gira a una velocidad incalculable. Todo, absolutamente todo. Incluso lo que crees que controlas. Terminas por dejar de hacerlo, por perder las riendas. Hay poquísimas y limitadas cosas de las que puedas decir que están en tus manos, que agarras segura, con fuerza. Y es que por mucho que creas que conoces a una persona, nunca lo harás del todo. Que eso de los flechazos, o de las almas gemelas o conexiones fugaces... que no. Que a mí no ve vendan esa moto. Que yo no me lo trago. Que si tengo la total certeza de poder decir que conozco algo, o a alguien, es porque me he criado toda mi vida con ello. Porque he compartido de todo, desde que era muy pequeña hasta prácticamente ahora. Y lo demás... pues lo demás ni se le parece. Que todo se coge con muchas ganas e ilusión al principio, pero... es eso, el principio. Que cuando hay que acostumbrarse, dejar de ver solo la parte superficial, empezar a ver todos esos pequeños detalles que sabes identificar y entender... se pierde todo. Te los pierdes, no observas, dejas de conocer tanto como creías. Y la cosa se enfría. Y tampoco es tu culpa. O sea, mi culpa. He de decir que siempre hay excepciones. Las hay, porque las conozco. Pocas, tal vez. Pero no quiero generalizar a una mayoría irreversible. Porque tampoco es así.
A veces ser demasiado transparente te impulsa a necesitar que los demás lo sean contigo del mismo modo. Incluso te frustra y mucho cuando ves que no es así, que cada uno es de una manera y que por suerte o por desgracia, no todo el mundo es como a ti te gustaría que fuera. Ni mucho menos. Y tampoco como creías que eran. Y después te das cuenta de otra cosa. Y es que tampoco tú eres como eras antes. Ni como creías. Porque ha dejado de afectarte, ha dejado de dolerte para pasar solo a inquietarte. Y aunque no lo creas, es un paso. Porque las cosas cambian. Y bueno, porque todo cambio ha de ser a mejor... sigamos entonces, a contracorriente, of course.

3 comentarios:

  1. Todo cambia. Tienes muchísima razón. Incluso lo que creemos que será para toda la vida, y aquellas cosas de las que creemos estar completamente seguros. TODO.
    Incluso a veces, como tu dices, crees conocer a una persona como si la hubieses parido, ya al final resulta que te defrauda... En ese último punto es en el que yo tengo más experiencia. Y doy fe de que sí. TODO Y TODOS CAMBIAN, incluidos nosotros mismos.

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  2. Por mucho que conozcas a una persona al final acaba sorprendiéndote, por eso mismo, porque como crees que la conoces, te relajas como tú has dicho. Pero bueno, supongo que yo también cambio y habrá a quien sorprenda. Así es la vida, ¿no? Vivir para ver, renovarse o morir, o te mueves o caducas, y todas las frases hechas al respecto que me dejo en el tintero.

    Un beso.

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  3. que chido por tu comentario ok






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