jueves, 7 de enero de 2016

D+F^3=A^2

Día siete, mes uno, año bisiesto. Y la agenda que todavía no tengo sigue vacía esperando mi turno en su propio calendario. Enumero propósitos que aún no he contado y le pido al tiempo que espere, que sigo soñando. Susurro tu nombre, por miedo a alejarlo. Lo escribo despacio, como con cuidado. Trato de empezar un enero que ignora sus grados; parece verano. Hace calor en mis ojos, me saben dulces los labios. Amanezco y hace sol, aunque casi siempre esté nublado. No sé si se puede hablar de culpas, o soy yo, que te estoy provocando. Quizás tú, que me despiertas brillando. De pronto da menos pánico saltar, o como lo llaman los valientes, volver a empezar. Los comienzos siempre fueron vértigo. Ese que nunca me dieron las alturas, porque no entendí (ni quise hacerlo) que cuanto más arriba, más larga iba a ser la caída. Manías, de esas mías, en las que la longitud se mide en tantos ganados. Como que existen besos espontáneos que curan fracasos. Que subir no cuenta si no aprendes, que no bajas si sumas algo. Que mi sonrisa ocupa más al verte llegar y que no es lo mismo ver, que mirar. Y yo, que solo estaba de paso, me quedo. Digo que aquí, pero lo pronuncio y suena a tu lado.


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