sábado, 15 de enero de 2011

Funciones

Me cuesta muchísimo entender la funcionalidad. La función que tenemos cada uno en la vida de otro. Quien está para hacernos felices, para hacernos daño. Quien para ayudarnos y quien para hacernos madurar. Quien está para enseñarnos o para hundirnos. Quien, quién para enamorarnos y quién para rompernos el corazón en mil pedazos.
Me encantaría conocer a ese alguien. Donde está aquel que vino para quedarse conmigo. Donde se ha escondido quien nació para quererme, para entenderme, para admirarme y que al mirarme todos sus sentimientos vayan y vengan alborotados. Para ser el más fuerte y ser capaz de hacerme olvidar todo lo que me está ahogando, cada día que pasa, un poquito más. Quien nació para esto, ¿quién?

¿Dónde estás?

Por el momento, y con mi pregunta sin respuesta, me marcho. Me voy de aquí. Me dirijo a París, para olvidarme de quien no me sabe valorar, de quien ha antepuesto todo lo que ha encontrado a su paso, antes que quererme un poquito mejor, a olvidarme de que en este mundo de locos, no hay un cuerdo que se quede conmigo. De que existe un nombre que agrupa, dicen, el sentimiento más bonito jamás contado. 
Me voy a creer que se puede ser feliz sin él, a creer que se puede vivir sin olvidar, a confiar (pobre ilusa) que se puede sobrevivir fingiendo.

1 comentario:

  1. Yo también quiero conocer a ese alguien (o más bien a varios).
    Un beso!

    ResponderEliminar