viernes, 5 de agosto de 2011

Dejarse llevar suena demasiado bien

Y por qué pararse a planificar, cuando las cosas van bien siguiendo su cauce. Para qué. A lo mejor he llegado a ese punto en el que preparar, premeditar y predisponer, son tres palabras que se han quedado rezagadas en mi humilde vocabulario. Ahora solo dejo paso a una, una a la que llaman riesgo. Me gusta el riesgo, me gusta dejarme sorprender, me gusta no esperar absolutamente nada, ni de nadie. Y dejarme sorprender, insisto. Por la gente, por la vida, por quien me rodea. Por los besos que llegan con más fuerza cada semana, por las sonrisas cómplices que arrancan sin ningún tipo de vértigo. Por las ganas de nadar hacia delante, por lo que pueda venir. Me dejo llevar, me dejo deslizar suavemente en una inmensidad, a la que llaman vida. Y resulta muy dulce :)


1 comentario:

  1. Preciosa en la foto!.

    Y la entrada, llena de positivismo. Ahora también me han entrado a mi ganas de NADAR, a pesar de que a veces tenga que hacerlo a contracorriente. Gracias por publicar entradas como esta!

    Un besote.

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