martes, 27 de septiembre de 2011

Hay clases, ...y clases.

Clases de postres, clases de sueños, de amigos y de colores. Hay clases de personas, de sonidos, de olores y clases de plantas. Y también hay clases de... clases. Clases en las que no puedes sostener los párpados abiertos durante más de cuatro minutos, clases en las que tomas apuntes sin cesar y clases en las que el profesor/a va de listillo. Clases en las que no te enteras de nada, o clases en las que aprendes un montón y no tienes nada de miedo al examen después. Pero luego... luego, y aunque parezca imposible, están las clases que da mi profesor de Habilidades directivas responsables.
Clases que comienzan en su 1º día con una fábula en la que debes averiguar que para que un ave que no quiere volar, lo haga, tan solo hay que cortar la rama. Y demostrarle que sabe volar. Clases que continúan con la pregunta más sencilla de respuesta más complicada. -¿Cual es la labor última de un directivo? - Ser feliz.
Clases en las que debemos conocernos a nosotros mismos, en las que debemos autodescubrirnos y ser sinceros. Clases con un alto nivel de participación, en las que para que puedas hablar, y él sepa tu nombre, debas tenerlo apuntado en un cartelito sobre la mesa. Clases donde plasmar en un escudo, tu pasado y tu futuro, lo que deseas. Clases en las que debes pensar en el peor momento de tu vida y comprobar como, siempre podrá suceder algo peor, o mejor, o todo lo que te ha hecho aprender o la de cosas positivas que te ha aportado. O simplemente  que el barómetro de lo bueno y lo malo... es lo más imprevisible y relativo que existe.
Clases en las que la palabra felicidad o tiempo son las protagonistas, y donde aprender a vivir, es lo más valioso que te pueden enseñar.
Por eso, hoy doy un giro en la dirección que este blog estaba tomando últimamente, y por lo tanto, también a mi cabeza. Y vuelvo a ser la yo de siempre. Porque para pensar todo un número infinito de veces, y terminar hundida en mi propia mierda, no es para lo que he venido. Porque todas esas preocupaciones y dudas que no me dejan tranquila, siempre van a tener solución, y posiblemente, mucho antes de lo que crea.
Adelante, animaros a hacer lo que tenéis que hacer, para lo que habéis venido a la vida. Que solo tenéis 28.000 días por delante para ello, y si se os ocurre desaprovechar uno solo, estaréis perdiendo vuestro tiempo. Sed felices :)

No hay comentarios:

Publicar un comentario