jueves, 24 de septiembre de 2009

PEQUEÑA HISTORIA PARA DORMIR

Tras el periódico del día y una taza caliente de café, se apoyaba de mala manera sobre la silla. La verdad es que era una auténtica tontería, pero podía haberse caido hacia atrás. Solo podría haber frenado su golpe la lavadora, y con un poco de suerte, si se desviaba la caida, el cesto de colores de la ropa sucia. Pero no. No pasó nada de eso. Se bebió el café saboreando cada uno de los sorbos y mientras ojeaba el horóscopo tambaleó sus piernas desnudas bajo la mesa. La impecable camisa blanca que se había llevado de su padre le cubría hasta las rodillas, y el mechón que se dejaba asomar por su frente le impedía una correcta visión. Podría haberse volcado el café, todavía caliente, por encima. Podría haber humedecido, sin querer, su mechón dentro de la taza. Pero no, nada de eso ocurrió.
Se tomó su tiempo para terminar de desayunar, pero cuando hubo finalizado, corrió hacia la ducha. Tenía muy poco tiempo y debía de darse muchísima prisa. Podría haberse caido con la velocidad al entrar en la bañera. Pero no. Después de salir, se soltó el cabello, abrió el armario y tras ponerse unos ajustados leggins megros y un jersey azul celeste, descolgó el bolso del perchero que había junto a la puerta, se alzó sobre unos tacones no muy altos de charol y salió muy deprisa. Podría haberse dejado las llaves dentro, podría haberse tropezado al bajar los cinco pisos. Pero nada de eso ocurrió. Al llegar a la oficina, la estaban esperando. Un montón de papeles sobre la mesa parecían estar echándole en cara su abandono. El email estaba lleno de facturas y únicamente alguno, podía salvarse, siendo nada más que publicidad de cosmética.
No, espera, había uno más. Era él. Sin tiempo que perder pinchó en él.
Pero un fallo en toda la red de ordenadores de la empresa, les había dejado sin electricidad. No había nada que hacer, de modo que fué en busca de algún lugar donde poder ver qué quería decirle.
A tres manzanas, un atractivo ejecutivo consultaba su correo diario en su portatil sentado en la terraza de un coffe shop. Sin pensarlo, se le acercó. Es algo urgente, porfavor.
Llego a su bandeja de entrada, pero no había nada nuevo. Podría haberse perdido con el fallo en la empresa, podría haberlo borrado sin querer. Y sí, esta vez, no había ninguna fuerza extraña que la salvara de esta. No había mail, no había nada.
El guapo ejecutivo la invitó a sentarse.
Fue el comienzo de algo increible. De la historia de amor jamás contada.

En ese mail, había una nota que decía únicamente. Si sientes lo mismo, respóndeme.



A veces el destino no nos depara lo que tanto tiempo llevamos buscando. Si no que nos pone en el camino cosas completamente nuevas, que jamás esperábamos.
Ojalá sea así.

1 comentario:

  1. tia! es super bonito (L)
    seguro que será asi :)
    te quiero mucho! gracias por estar ayer conmigO! :)

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