martes, 16 de noviembre de 2010

Carta al caribe, II Parte.

Siguen pasando los interminables meses a este lado. Transcurren las semanas, a veces, también los días. Las horas y los minutos, sin embargo, corren muy deprisa. Demasiado, a mi parecer. Tienen miedo de quedarse atrapadas en el tiempo, y desordenan todo el universo de arena que se esconde dentro del palpitar de cada reloj.
Hace tiempo que no lo distingo del resto de medidores. El termómetro midió la temperatura de mi corazón hace unos... días. Pero pocas semanas después una báscula calculó los gramos de amor que quedaban en mis manos. Un calendario no tardó en medir los grados que apuntaban a que mi cordura estaba sobrepasando los límites de locura.
La locura me persigue desde el día en que decidí que una fusión entre ambos lados, sería lo más serio en este mundo tan poco cuerdo. Yo te necesito. Sigo esperando despertarme con la sensación de que has estado conmigo toda la noche, y sin embargo, mi primera impresión tras el despegue de mis pestañas, es que con una suma de horas más en esa báscula invisible, te has alejado.
Sigue transcurriendo esta vida incoherente que se te llevó sin avisar y sigo odiando al segundo que lo hizo, al día, a la semana, al mes, al año en que el universo conspiró para sacarte de mi realidad. Esa que por momentos, pierde su sentido al comprobar que no sigues pintando la línea que separaba lo real de la felicidad.
Te quitaron de aquí demasiado pronto. Me hicieron aprender demasiado rápido. Sigo esperando a despertarme. Sigo negando que he de entrar en este nuevo segundo que viene con fuerza, cual ola en el mar, para llevarme a otra primera vez.

1 comentario: