jueves, 23 de febrero de 2012

Paren la vida, me quiero bajar

Hace unos días, en clase, veíamos un documental sobre la muerte. Concretamente sobre como superar el miedo que esta provoca y cómo afrontar que a veces, hay que dejar que nuestros seres queridos se vayan. Cómo reponerse, y seguir adelante. Lo que pasa es que todos los casos eran de personas que conocían su estado, tenían una enfermedad y tarde o temprano, habrían de marcharse. Y el trabajo emocional que conlleva dejar que alguien a quien quieres, se vaya marchando poco a poco, es aplastante.
Pero no me enseñaron ningún caso de como superarlo cuando no lo esperas. Cuando alguien a quien quieres se va, sin más. Una noche se acuesta, pero nunca vuelve a despertarse. Tu mundo se cae y se rompe en mil pedazos. No contabas con ello, esperabas vivir muchísimas más cosas junto a esa persona. Querías seguir viéndola, querías, por lo menos, poder despedirte. Pero eso jamás pasa y esa espina se te queda grabada para siempre. O aprendes a vivir con ella, o internamente te mueres tu también. 
Ya sentí eso una vez con alguien demasiado cercano como para que con el paso de los años me siga doliendo, y siga maldiciendo a aquel corazón rebelde que se paró, sin que nadie le diera permiso. Cuando todavía no le tocaba. Y ha vuelto a pasar. Otro corazón, en otra persona. Y no puedo entender porqué. No puedo, ni siquiera aceptar que otro corazón haya vuelto a pararse, sin que fuera su hora. Cuando todavía tenía mucho, pero que mucho por latir. Cuando todavía quedaban tantas bromas que hacer, sonrisas que regalar y muestras de cariño que dar. ¿Quién ahora va a llenar su vacío? ¿quién va a calmar a su familia?. Si ni siquiera se han podido despedir. 
No lo entiendo. Y cuanto más lo pienso, más terca me pongo. La rabia lleva todo el día apoderándose de cada una de mis venas. Estoy enfadada, pero lo cierto es que no sé quien o qué tiene la culpa de que ya no vaya a ver nunca más a Fernando.
Fernando es la persona que me enseñó a tocar el tambor. Junto a Pili, su mujer. Si alguien me conoce un poquito, aunque sea un poquito solo, sabrá que mi cofradía es una de las cosas en las que más me involucro, que más me ilusionan y que desde bien pequeñita forma una parte muy importante de mí. Pues él es uno de los culpables de que esta cofradía tenga tanta magia. Porque cuando todavía no había casi nada que me atara realmente a ella, aprendí a tocar el tambor, formé un pequeño grupo de amigos que hoy en día todavía conservo e incluso se ha multiplicado. Hicimos con él nuestros primeros viajes para concursar con nuestro toque y temblé por primera vez, muerta de los nervios antes de salir a tocar. Luego nos regalaban bolsas gigantes de chucherías y todo pasaba. 
Recuerdo las comidas todos juntos en el restaurante de Híjar y cómo después de comer nos compinchábamos para darle un regalo. Y siempre, siempre se emocionaba al vernos llegar con él. 
Los años pasaron, y no en valde. Dejamos de pertenecer al grupo infantil, pero la buena relación nunca desapareció. Cada año volvíamos a vernos en los ensayos y siempre había mil bromas que hacer y saludos cariñosos que mostrarnos. Para el resto del año, facebook hacía su función desde algún tiempo, pues en más de una y de dos ocasiones habíamos contactado por ahí. Era una grandísima persona, de esas que identificas y catalogas como buena a kilómetros, y a quien en seguida coges cariño, porque se te gana en la primera conversación. Todo el mundo lo apreciaba y todos hoy lo recordamos así.
Cuando era pequeña y pertenecíamos a su grupo infantil, cada año por mi cumpleaños me llegaba una postal felicitándome. Si las busco, seguro que las tengo todas guardadas. Igual que la medalla de la Virgen del Pilar que nos regaló un año. Esta mañana la he sacado y he vuelto a ponérmela. Parecía que el tiempo no hubiera pasado. Pero sí, y de qué manera. 
No sé, no sé como me siento. Siento una rabia que no puedo describir, pero no tengo contra qué descargarla, porque no sé quien tiene la culpa. Quizás ese corazón, pero ya está parado y no hay nada que hacer. Tampoco pensaba que esto fuera a afectarme así, pero lo cierto es que no puedo, no puedo evitarlo y llevo todo el puto día con su imagen grabada en la mente, con su voz y su risa. Y no puedo aceptar que se haya ido para siempre. No puedo. Por más que lo intento. Me trae demasiados recuerdos.
Supongo que será cosa del tiempo, como siempre.


No voy a olvidarme de tí Fernando. Fueron muchas cosas las que me enseñaste. 
Algún día volveremos a vernos :)

5 comentarios:

  1. Lo siento mucho Ángela :( Mucho ánimo!! Un besazo muuy grande

    ResponderEliminar
  2. Lo siento mucho, de verdad. La vida es injusta, siempre se lleva a la gente que menos lo merece...

    Pero, seguro que por ahí arriba necesitaban a alguien como él que enseñase a tocar el tambor a miles de niños que no pudieron aprender a hacerlo cuando estaban aquí abajo. Seguramente por eso se fue...

    Esté donde esté, estoy segura de que está orgullosísimo de ti y de los demás.

    Un besote y mucho ánimo!

    ResponderEliminar
  3. Olá gostei muito do blog!
    Vamos combinar, eu te sigo, você me segue?

    www.gleikka.blogspot.com

    beijo com carinho

    ResponderEliminar
  4. Ánimo, pequeña. Nunca he sido buena en estos casos, pero sé perfectamente como te sientes... Arriba! =)

    ResponderEliminar
  5. Hermoso blog... Muy inspirador.
    Te estoy siguiendo obviamente!
    Te espero en el mio.
    Besos enormes, sigue asi...

    ResponderEliminar